miércoles, 11 de febrero de 2009

KARMA

Hace ya bastante tiempo que Juan investiga acerca del proceso de muerte, instante en que una supuesta alma abandona el cuerpo, (él no piensa que sea supuesta, pero siempre se refiere de esa manera para dejar abierta la posibilidad a quien perciba de forma diferente ese momento) en especial aquellas salidas abruptas de la vida.
Con el tiempo, Juan ha llegado a pensar que quienes no caminan en esta existencia con una actitud armónica, son arrebatados súbitamente de la vida en un corte rápido e intenso, pero con una tremenda carga pos – muerte: la confusión. Una desagradable confusión en que dos realidades se mezclan y dan origen a una especie de locura atemporal. Juan sabe que estos cuestionamientos no son propios de este tiempo. Ya antes de la era cristiana, grupos de hermandades secretas y eruditas hablaban de estas experiencias de muerte al abandonar una encarnación con algo pendiente. En fin, a raíz de estas controversias Juan al igual que otros contemporáneos suyos, comienza sus estudios con algunos maestros. De ellos recibe en otras cosas, letras, no cualquier letra, sino letras sagradas, una fuente invaluable de energía llena de alquimia, sabiduría y oraciones. Con ellas se decide a trabajar para elevar a las almas que se encuentran en ese crucial momento. Desde hace años cada mañana el hombre canta sus mantras y ocupa sus letras para conectarse con el ángel que guía a los muertos. Él considera que el problema más difícil de solucionar es el que corresponde a aquellas almas que salen repentinamente del cuerpo. Ciegos de entendimiento, no logran reconocer el camino y vagan por el caos de la confusión.
Hace algunos días Juan tiene una nueva experiencia extra sensorial. Un personaje público es víctima de un infarto cerebral quedando por algunos días con un coma profundo. Juan al mirar su imagen a través de la prensa comprende que a pesar de todas las esperanzas de su medio y cadenas de oración, el joven no tendrá una segunda oportunidad. Al principio se molesta al ver en el rostro del moribundo demasiadas máscaras que no le permitieron llegar a su rostro. A los dos días el joven muere.
Esa tarde mientras Juan aún está ocupado en sus letras, por alguna extraña circunstancia, divisa al joven recién fallecido. Él ha sido transportado a su realidad o viceversa, esto no le queda claro, pero no parece de importancia frente a la sorpresiva situación. Pasado el temor inicial, ambos comienzan a compartir pensamientos; Juan pone a su disposición todo su caudal de conocimiento para hacer entender al joven su estado actual y que debe partir.
Pasan un largo momento juntos en que el fallecido comienza pausadamente a ordenar los últimos acontecimientos antes de morir. Poco a poco su conciencia empieza a relacionar las extrañas vivencias que ha tenido en las últimas horas, hasta que el velo de la inconsciencia queda totalmente descorrido. Es en ese instante que de manera involuntaria son trasladados frente a una puerta y una gran escala (Juan sabe que muchos ya han nombrado la famosa escala, sería interesante para él tener otro elemento más creativo para compartir a su vuelta, pero eso es lo que ve). El joven de pie frente a ella, y ya consciente de su muerte, está listo para comenzar el ascenso. Ahora se le ve radiante, desde arriba hace señas de despedida con su rostro sin máscaras. Juan debe abrir la puerta y salir de ese lugar cuanto antes, él sabe que no pertenece ahí. Para su sorpresa detrás de la puerta y antes de que alcance a salir lo espera una compañera de estudios paranormales que de alguna forma se las ha ingeniado para colarse en ese portal de no tiempo y no espacio. Ella parece estar ávida de conocimiento y poder, obviamente quiere ingresar y registrar esa dimensión. En ese lugar ambos forcejean uno por cerrar y la otra por abrir, mientras en ese no espacio común de muerte se vienen acercando hasta ellos sombras espantosas y deformes. Juan empuja a la mujer con firmeza y alcanza a cerrar justo a tiempo. Desde atrás, las sombras aberrantes le gritan maldiciones. Él se va más tranquilo cantando sus letras sagradas, gracias a Dios, ellas no han traspasado a su mundo y la puerta se desvanece junto a la mujer.



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