
Al tanto, acoge expectante el inicio de sus aprendices, quienes lo observan con agudeza para develar sus secretos. Mientras el escritor se permite devorar el mundo en silencio y ejercer su talento.
Tiene aspecto de bonachón y prefiere vestirse de ideas más que de moda. Con ellas, le exprime a la humanidad las experiencias para devolverlas recicladas en páginas caudalosas de poesías como un intercambio justo para cualquiera que se sienta lector.
Le gusta dialogar con su talento aislado y así no ser intimidado por algún acecho que pueda penetrar sus sentidos. Al parecer la vida le ha enseñado que debe resguardar su desnudez de hombre; mostrarla al mundo es correr el riesgo de quedar herido y eso sumaría más peso en el alma de un artista.
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